Dentro de las enfermedades que afectan directamente a la retina y, por ende, a la salud ocular, la degeneración macular tiene un carácter hereditario y neurodegenerativo.
A pesar de que no produce dolor en el paciente, tiene una incidencia en la capacidad de visión de la retina, por la cual comienzan a morir células y puede llegar a causar ceguera.
Se llama mácula a la zona de máxima visión de la retina, de ahí el nombre “degeneración macular”, también conocida por las siglas DMAE.
Tabla de contenidos
Causas de la DMAE
Además del componente hereditario de esta enfermedad, el envejecimiento es el principal factor para que aparezca la degeneración macular. El paso de los años hace que las células de la retina se vayan deteriorando y, finalmente, mueren.
Diagnóstico de la degeneración macular
Lógicamente, una detección temprana puede ayudar a tener esta enfermedad bajo control. Sin embargo, el paciente no suele ser capaz de advertir ningún cambio en su salud ocular, así que se dificulta el conocimiento de su aparición.
Por ello, como siempre recomendamos, es positivo acudir a una clínica especializada en salud ocular de forma periódica a partir de los 40-50 años, ya que una exploración completa por parte del oftalmólogo, así como pruebas especializadas (OCT macular, retinografía, etc.), puede ayudar a diagnosticar rápidamente la DMAE.
Tipos de DMAE
Independientemente de que cada paciente es un mundo y la enfermedad se desarrolla diferentes maneras, podemos establecer dos grandes tipos de degeneración.
- Degeneración macular atrófica o seca: se va produciendo con una evolución progresiva pero lenta. Con el paso de los años, la mácula se va atrofiando hasta que se puede llegar a producir la ceguera total.
- Degeneración exudativa o húmeda: suele comprender apenas una décima parte de los casos, pero tiene una desarrollo más rápido (apenas meses o incluso semanas). Tiene una mayor gravedad ya que puede causar sangrado ocular. En tal caso, se debe acudir de urgencia al oftalmólogo.
Tratamiento de la degeneración macular
A pesar de que se trata de una enfermedad conocida por los especialistas en salud ocular, aún no existe un tratamiento que permita curar la DMAE. Hasta el momento, lo único que se ha conseguido es paliar las molestias que puede producir y sobrellevar las alteraciones en la vista.
Para ello, una buena nutrición es fundamental, así que se pueden recomendar suplementos dietéticos. Igualmente, el uso de gafas de sol protege la retina y es un detalle de gran importancia aunque no lo parezca.
Además, en caso de que haya presencia de hemorragias oculares, se presciben productos vasodilatadores o inyecciones intraoculares, siempre bajo la supervisión especializada de oftalmólogos expertos.
En la Clínica Ortuño te haremos un análisis profundo de tu salud ocular para garantizar el mayor confort posible.
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